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lunes, 27 de febrero de 2012

Cómo catar un vino sin pasar por ignorante.

Catar un vino consiste en probar con atención un producto cuya 

calidad queremos apreciar;

se trata de someterlo a nuestros sentidos

y conocerlo buscando sus diferentes defectos y cualidades,

con el fin de expresarlos;

la cata es estudiar, describir, definir, juzgar y clasificar"


                                                                                                                                                           Peynaud 

La cata es un arte que se puede dominar con práctica; es un proceso en el que intervienen muchos factores poniendo en funcionamiento nuestros sentidos; la vista (color, tono, transparencia, brillo, matices, etc.), el olfato (aroma), el gusto y el tacto bucal, permitiéndonos disfrutarlo con mayor intensidad. Por estas razones, sensorialmente, cuatro son los aspectos principales a tener en cuenta cuando se degusta.


Las catas de vinos se hacen desde hace mucho tiempo pero a veces pensamos que son elitistas o para personas snobs pero hoy en día, es tan fácil y accesible asistir a una cata que no nos lo pensamos y nos inscribimos al abanico que se nos ofrece. En menos de dos horas te dejas llevar por el guía de la cata, pruebas diferentes vinos y como sí te metieran en la botella,  sales con unos conceptos que luego son a veces, difíciles de asimilar.

Buscando información sobre catas, encontramos un glosario con los términos profesionales que se suelen utilizar.
A partir de ahora sabremos qué decir de un vino en una cata, para no pasar por ignorante.

Y es aquí donde expones todos tus conocimientos aprendidos usando los términos específicos con unos consejos para quedar bien e impactar en el proceso.

Existen muchos más términos, eso está claro, pero éstos que aparecen son los más usados y los más intuitivos de utilizar. Están separados en cuatro bloques, haciendo referencia al aspecto del vino, al aroma, al sabor y a la permanencia en boca.

Tips básicos cuando a una persona le sirven vino: 
     . Te muestran la botella, ves la bodega, cosecha, hasta ahí perfecto.
     . Cuando el sumiller entrega el corcho no es para guardarlo de recuerdo sino para no encontrar un sabor que pueda amargar el paladar; es decir que pueda hacer mala combinación con un plato. Sí se refina el sentido del olfato, se podría incluso saber sí la botella se almacenó correctamente.
    . Nos sirve en la copa ocupando solamente una cuarta parte de su capacidad. Según la tonalidad, en los tintos, podemos tener una idea de su edad y madurez. En la zona ancha de la copa se aprecia la intensidad del color, más arriba el brillo y la transparencia y en el menisco (borde superior del vino contra el cristal) se detecta su edad.

Aspecto
La copa debe sostenerse por la base con tres dedos, para no calentarlo; además, así no dejas huellas ensuciándola, afectando la apreciación del color. Inclínela ligeramente y observe, antes que nada, la limpidez del vino.

Se debe observar con buena luz y sobre un fondo blanco como el del mantel o un plato, inclinando la copa 45º. De acuerdo a la edad del vino, el color variará. Por ejemplo, un vino luminoso indica que es un vino joven.

El tipo de color puede ser definido citando los colores principales. Los colores usuales en un vino tinto varían del rojo violeta de un vino nuevo, pasando al rubí o púrpura luego de su evolución, para pasar a los matices naranjas cuando comienza a envejecer.

Aquí podemos expresar:

Limpidez: Cristalino, límpido, turbio.

Color: Vivo, nítido, brillante, mate, apagado, velado.

Vino blanco: Amarillo verdoso, amarillo canario, amarillo limón, pajizo,       
                  dorado, oro, oro viejo, ambarino.

Vino tinto: Rojo rubí, rojo cereza, violeta, granate, púrpura, rojo teja.


    . Oreas, lo hueles y lo pruebas.

Aroma

Para tomar el aroma se aconseja agitar el vino en la copa con suavidad y olerlo nuevamente con más detenimiento. Hay que mantener el vino en la boca un ratito, degustándolo y encontrando toda la gama de sabores que éste te ofrece.
Una vez tragado el vino, se debe poner mucha atención a las sensaciones percibidas y a la intensidad de las mismas. Un buen vino debe dejar un sabor agradable y largo.

Clasificaremos los aromas en series o familias.
Citaremos entre estas principales familias de olores, los más frecuentes como los frutales, animales, etc.
Tenemos así, por ejemplo, entre los frutados, el de fresa, grosella, frambuesa, como igualmente los aromas cítricos, por ejemplo, pomelo.

Entre los animales, el más común es el olor a cuero. Demás está decir, que los aromas del vino se mezclan, se neutralizan o se exaltan unos a otros.

La noción de bouquet (que puede ser intenso) surge de esta amalgama de olores, a veces difícil de identificar con un sólo término, que proviene de esa mezcla tan rica en matices que ofrece un ramo de flores diversas. 

Entonces comentaremos:
Intensidad: Nula, franca, corto, suficiente, intenso, muy intenso.
Aroma: Floral, vegetal, afrutado, especiado, balsámico, a madera.

Sabor:
Intensidad: Corto, ligero, media, desenvuelto, plena, profunda, fuerte.
Estructura: Equilibrado, armonioso, correcto, desequilibrado.
Dulzura: Abocado, pastoso, meloso, untuoso, grueso.
Acidez: Verde, acidulado, agresivo, vivo, fresco, plano.
Astringencia: Astringente, tánico, áspero.
Alcohol: Suave, cálido, cabezón, alcohólico, quemazón.

 
Permanencia en boca:

Muy corto, corto, largo, muy largo, persistente.
    . Sí te gusta, ya lo pueden servir y beber.
 

Quede claro que esto no es un cursillo, sólo unos simples consejos sobre qué palabras utilizar. Por supuesto, podemos ampliar esta información, estudiar un poco más sobre el tema.
 
Último consejo: Nunca debemos utilizar todas las palabras con el mismo vino, un vino no puede ser todo a la vez.